sábado, 18 de mayo de 2013

SECRETO


“Un secreto para contar”

               En las llanuras del pueblo de Papelón, por allá donde se siembran las patillas más dulces, se encontraba el “Astuto Orejas Blancas”, le decían así al señor más sabio o más hábil para la siembra, de trabajo duro y de mucho pensar. Él si sabía cómo hacer que las cosas se hicieran muy grandes, las cosechas era su predilecto afán. Yo lo veía tomando datos en una libreta, escribía todo lo que pensaba, observaba todo, tanto, que lo olía, lo degustaba, lo palpaba y lo sentía de tal forma que parecía que a veces se lo quería comer como a un  mango. Era todo un personaje. Creía que las personas podían ser enseñadas a amar la naturaleza, si la estudiáramos más y  ella luego nos diría sus secretos.

               En una oportunidad mi Abuelo “Astuto Orejas Blancas” me relató, el secreto de los secretos. Y yo en este momento se los voy a contar. Claro, él me dijo que no lo hiciera en aquella ocasión, pero cómo no contar esta fabulosa investigación. Presten mucha atención que la historia puede confundirte un poco, sino anotas.
               Según mi abuelo paterno la manera de hacer las cosas más grandes, es buscar en lo más pequeño de ellas y así mismo sabrás lo escondido. Si, es algo extraño pensar que desde lo más pequeño podemos cambiar el tamaño de las frutas, tubérculos, hortalizas. Él entra en su cuarto en el patio trasero de la casa y con dedicación hace experimentos. Los experimentos son pruebas, donde observa que sucede con cada cambio. Si tiene un vaso con agua, él la calienta, luego la enfría, después le agrega otras aguas y así va paso a paso. Todo lo anota en una libreta azul. Escribe el día y lo que está haciendo con mucho detalle. Luego dice “Eureka” y nos relata la solución de un problema.
        
              En una mañana donde varios pajaritos cantaban y las abejas zumbaban, Don Astuto Orejas Blancas se decidió a conseguir la forma de saber con anticipación la caída de agua del cielo, eso que le dicen LLUVIA, de agua mojada. También la cura para la rabia, si el antídoto o como quieras que lo llamemos, algunos lo llaman brebaje, poción, menjurje  Rascañuelos o inyección. Él le llamaba Mezcla, por aquello que las cosas había que llamarlas por su nombre correcto. Él era muy correcto, era muy inteligente, era muy hábil y digo que era porque ya no está con nosotros, pero si su memoria y sus experimentos. Lo que se proponía resolver era saber cuando exactamente puede llover, saber dónde llovería. Lo raro de todo esto es que en su cuarto de experimento, ese de techo de Zinc y paredes de barro blanco había muchos frascos de cristales con cosas muy extrañas, objetos y olores que nunca yo había visto, ni olido. Lo más increíble es que tenía un gran panal de abejas de donde sacaba miel y un gran laberinto de caminos encontrados de hormigas. Cada una de ellas tenía un nombre, eso me asombraba mucho, las respetaba tanto que las llamó con números y por supuesto con sus apellidos. Por lo tanto podíamos conseguir “Uno Malbañada Valiente”  “Dos Sifrina Autosuficiente” y así para cada una existía un nombre y todas las mañana contestaban a su llamado. Eran dos millones setecientos veintisiete mil doscientos setenta y dos hormiguitas y amiguitas. Experimentó tanto con ellas que un domingo de visita con mis padres me dijo ¿Quieres que te cuente mis experimentos? sentado en una silla que él mismo había elaborado con un árbol que tenía una barriga llamado Ceiba.- Claro que si abuelo, tu sabes que si- Bueno mi aprendiz, ubíquese por allá y le muestro mis conclusiones. Sacó un libro que tenía muchos escritos, todos con un una letra grande y cursiva. Al final del cuaderno de anotaciones decía algo encerrado en una circunferencia: “Cuando va a llover, las hormigas “Treinta dos llena de suerte” y su compañera de camino “Cincuenta y cuatro pata caliente” suben con sus larvas (hijas) a zonas más altas del laberinto, todas las demás las siguen”. Eso me asombró y lo miré con alegría diciendo: -Abuelo ¿Cómo lo hiciste?-. Sencillo hijo mío, un día sentado en mi hamaca entre dormido pude mirar como pasaba esto. Yo había sacado el recipiente de las hormigas una noche antes al patio y solo tuve que esperar con paciencia que esto sucediera. Antes lo había visto, pero en las matas de Topocho de tu tía Alejandrina. Las hormigas silvestres se subían 32 minutos antes de que empezara a llover y me dispuse a probar si eso, les ocurría a las restantes. Luego anoté lo visto y después de nombrar a cada una marcándolas con un color, llegué a esta asombrosa conclusión. – Aaahh chévere, quiere decir que tú experimentaste. – Si yo hice lo que muchos hombres y mujeres hacen, observo con todos mis sentidos.- Abuelo ¿y porque las demás personas no hacen esto?-. Sencillo porque no les interesa, tienen otras ideas, quieren encontrar otras respuestas-. Abuelito tú me quieres decir que también son inteligentes como tú. – Si todos somos inteligentes, no existe nadie que no lo sea. –Aaahh pero yo creo que si existe alguien que yo conozco, que si lo es-. ¿Cómo así? – Tranquilo Astuto Orejas Blancas, yo sé lo que te digo. –No, Raúl esa manera de dirigirte a los demás no es correcto, recuerda que no todos entendemos de igual manera, unos más rápido que otros.
              
                 Ese día Raulito y su abuelo “Astuto Orejas Blancas” conversaron sobre otras cosas interesantes, tanto así que le contó cómo había encontrado la cura de la rabia. Lo importante de ese día fue que el niño cuenta se dio, que la constancia y la organización nos ayuda a encontrar respuestas. Por último el hombre de muchas canas le dijo a su nieto: -Nunca te acuestes con una pregunta que no hayas respondido- y Raulito después de muchos entendió que dormir no era estar en la cama, sino desmayarse y abandonar las ideas.
               Aaahh se me olvidaba decirles, la cura para la rabia es el Amor

jueves, 2 de mayo de 2013

UNA RECETA PARTICULAR "RASCAÑUELOS"


 “RASCAÑUELOS”

                Después de disfrutar el día en la playa Álitor, se dispuso a comer una merienda especial. Consistía está en pequeños trozos de galletas inmersa en una malteada de chocolate y pequeños trozos de hielo, al final de licuar toda la mezcla bañaba con pequeños pedacitos de chocolate de arroz tostado, polvoreaba con un poco de canela y de último la olía con profunda inspiración para saboréala antes de llevarla a su boca. El ritual de todas las tardes le llamaba “Rascañuelos” porque después de tomarla comenzaba a picar su cuerpo de tal forma que lo hacía en la pared, en las orillas de estas. Procuraba rascarse con el peine de papá y el gran cepillo redondo de mamá. Nada podía calmarlo, pero igual tenía su ventaja aquella comezón, haberse disfrutado la bebida más sabrosa del mundo.
                Álitor era un niño que tenía muchos amigos, pero en cuestiones culinarias no compartía el “Rascañuelos”, se fugaba siempre a  mitad de entrenamiento y casi lo botan del equipo de béisbol porque no asiste completamente al horario. Un día se jugaban la final, el jugaba el jardín derecho porque siempre decía: -Nadie batea por aquí, y si lo hicieran Julito me ayuda, porque sabe que no corro mucho- El también pensaba que como en el pueblo no había personas que batearan a la derecha le vendría muy bien jugar esa posición. Siempre lo iban a ver sus amigas Reina María y Mía Alegrina dos chicas hermosas que le hacían coro desde las tribunas de la primera base. Ellas le habían aconsejado que si no soportaba la tentación de tomar el “RASCAÑUELOS” no le darían una sorpresa muy gratificante, ellas se la preparaban con cariño, esta incluía comida y  un paseo al parque de diversiones. Álitor era muy bueno bateando ya que el chocolate le daba fuerza. Tenía un buen ojo para las pelotas rápidas y altas. El lanzador de ese día era el niño de 6to grado Juan Alfonzo de la Coronilla, niño muy alto pero un poco lento. Los lanzamientos iban y venia igual que las entradas con cada 3 ponches, pero cuando llegaba él todo se sentía un poco tenso, el otro equipo sabía que la habilidad del cuarto bate de los “Quesos Rayados” no era solamente fama, era una realidad que asustaba. El Equipo de los “Pancito con Mantequilla” tenia fe en Juan y este a su vez en Dios, porque cada vez que venía Álitor oraba y  pedía mucho con plegarias a millón, decía: Diosito si tú me ayudas yo te prometo que no le escondo más la plancha a la abuela en el jardín, me como todo las caraotas que mi mamá me da, me baño todo en la semana y también los domingos. Allí Juan duraba un minuto, era su concentración, luego lanzaba con tanta fuerza que el viento se apartaba, un silbido se venía con la pelota y el “Tac” del bate sonaba avisando que era un gran golpe. Todos miraban hacia arriba buscando la blanca pelota, se perdía con la luz del sol y muchos en silencio esperaban que saliera por la barda central y en el justo momento que se veía caer ese magnífico batazo, la gente brincaba de alegría, silbaban, alzaban las manos y lanzaban los refrescos de tamarindo morado con entusiasmo.
                Luego de ese gran partido los amigos de Juan  se preguntaron: ¿Cuándo harás 3 strikes a Álitor, Juan? Contestó con malicia Serpentina de las Fuentes Toposo. –Yo sé cómo. Ustedes déjenmelo a mí y yo sabré ponerle una tentación que no lo dejará  batear ni atrapar-
                Mía y Reina escucharon a la niña intrigante y salieron con aprisa para avisar a su mejor amigo, que una trampa se estaba creando. Llegaron a casa de la Señora Magdalena y Álitor estaba en su ritual de todas las tardes. Se disfrutaba de aquella bebida y mientras las chicas le explicaban, él estaba en un lugar muy lejano de allí. Su bebida no solo le daba fuerza si no que también lo hacía imaginarse  muchas cosas buenas, por eso siempre contento estaba. Al culminar las visitantes la charla de prevención, Álitor movió su cabeza  con lentitud de arriba hacia abajo de manera repetida, con una mueca en su boca, dándole una sensación a sus amigas que les había escuchado. Su madre que escuchaba sabía que no lo había hecho, por lo tanto ella creó un plan sencillo y muy secreto, tanto que ni sus mismos pensamientos podían visualizarlo, ni escucharlo, ni sentirlo. Solo su imaginación y ella, lo sabían. Era tan secreta esa idea que ni MAMUCHIS la perra preferida de la casa lo conocía.
                Llegado el día del nuevo encuentro, las familias se reunían alrededor del entrenador mientras este daba las indicaciones para animar a sus hijos, les dijo el Señor Salvador:-Escuchen estimados padres y madres, hoy es el mejor día para que sus hijos muestren todas sus cualidades. Serán observados por entrenadores de otros equipos de mayor nivel. La unión de las familias es el mejor camino para que sus hijos se conviertan en los futuros Campeones de Venezuela-. Finalizado aquel pequeño discurso todos los adultos buscaron la manera de comunicarles con amabilidad lo que esperaban de ellos en el campo de béisbol.
                Escuchada la voz de comienzo, el árbitro principal pasa la pelota a los “Buitres Calvos”  con su lanzador estrella. Los “Pollos Picosos” venían al bate. Enseguida se aparecieron los chamos con Juan y la malvada de Serpentina. Se dieron cuenta que estaban en un partido equivocado y siguieron en la búsqueda del encuentro entre los “Quesos Rayado” y el equipo proveniente del pueblo de las Matas, los “Toros Sentados”. Serpentina se logró colar entre el público y se ubicó entre Primera Base y la caja de Bateo, así le decían al lugar donde cada pelotero golpeaba la blanca y redonda pelota. Después de la segunda entrada viene a tomar su turno Álitor. La niña con intenciones no muy buenas, saca un termo transparente y se sirve un trago. En un primer momento el olor llega a los bellos de la nariz del bateador, le crea la primera sensación pero pensó: Nadie puede sabe la receta de la Rascañuelos. Realizan el primer lanzamiento y es un Strike. Luego Serpentina hace un sorbete ruidoso y anuncia con un ¡ahhh¡ lo sabroso que era la bebida. El niño escucha y sigue oliendo. Lanzan nuevamente y es el segundo Strike. La mamá que estaba en el público le muestra una taza y le grita: -Si la bateas te doy un sorbito- y en ese momento que venía la pelota Álitor la choca con fuerza y es un sencillo que vuela por encima de la primera base llegando hasta el jardinero derecho. Serpentina furiosa se paró de la butaca y se fue al lugar de los “Toros sentados” y le dijo la estrategia al entrenador que también quería ganar costara lo que costara. Tomó el vaso y cambio de puesto con el entrenador de primera el Señor Delgado. Álitor al aproximarse este nuevo entrenador se dio cuenta que traía la Rascañuelos. Desconcentrado casi lo toman por sorpresa fuera de base. Luego el otro lanzamiento es bateado por Julito, el quinto bate y la bola sale disparada con gran velocidad por segunda base, Álitor toma la taza del entrenado antes de salir corriendo y en el camino la pelota hace un mal viro y choca con el pocillo, derrama la Rascañuelos en la cara de Álitor y este se lanza en segunda casi ciego. La gente se quedó extrañada con esa acción del niño. Lo cierto es que continuaron el partido y todos murmuraban de la gran hazaña del cuarto bate.
                Después de ese episodio Álitor se detuvo a pensar: -¿Cómo llegó la Rascañuelos a primera base? Y se contestó: -Es que ya me robaron la receta o mi mamá por ser tan generosa le regaló la forma de prepararla a las vecinas de la cuadra-.
                 El chocolate se secó en su nariz y labios, luego de un rato empezó a sentir algo raro. Cada vez que se le acercaba alguien le daba cosquilla en estas partes y reía. Pero cuando él se tocaba no pasaba nada, y se preguntó: -¿Por qué cuando me toco no me da risa? Y ¿Por qué si? cuando otros lo hacen. Lo cierto es que el partido siguió hasta el triunfo de los “Quesos Rayados”. Volvieron a ganar la  temporada de verano y Álitor nuevamente quedó como el héroe del equipo y de sus amigas Mía y Reina. Mamá no pudo ayudarlo completamente. Los planes de Serpentina se dieron pero no logró los objetivos de hacer perder a los “Quesos Rayados” contra los “Toros Sentados” y de igual manera el entrenador de este equipo el Señor Delgado, que por cierto no era muy flaco que se diga, era tan comelón que siempre de desayuno se comía lo que su esposa le preparaba para el almuerzo.
                Por último en casa Álitor creció con su Rascañuelos, quedando dos preguntas en el aire para él toda la vida, hasta hoy que cumple 16 años y va a la universidad.
                ¿Por qué cuando yo me toco no me da cosquillas? Y cuando mi mamá si lo hace  me da mucha risa, Será ¿Qué ella tiene la Rascañuelos en sus manos?
                No encontró respuestas este día y aún sigue preparando su bebida preferida. De esta manera nace el gran misterio de RASCAÑUELOS, la bebida mágica que hace que te rías y cumplas tus sueños.
                No olvide preparar la tuya…Recuerda cada vez que la prepares ráscate y sabrás que tú mismo no puedes hacerte cosquillas jajaja.

Rafael “El yafy” Blanco

RECUERDA


RECUERDA, NUNCA DECIR NO…

-Panchito el caminero ¿Me puedes ayudar?-Si. Panchito el tendedero ¿Me puedes ayudar? Claro que si.-Panchito el remediero ¿Me puedes ayudar? Pues, claro con todo el gusto te digo que sí.
                Las repuestas de Panchito siempre terminaban en sí, porque sencillamente hace mucho tiempo hizo una promesa de nunca haría sentir mal a nadie, con su flojera y muchos menos desde que conoció al amor de su vida. Si, Panchito en un principio no era muy colaborador, se la pasaba durmiendo, inventando cualquier tipo de mentiras para no ayudar a sus 354 familiares que vivían en la casa de la colina, por allá por Biscucuy. Si, así mismo, como lo escuchan. En su casa había tanta gente que para hablar con mamá había pedirle una cita quincenal para decirle te quiero y papá tardaba tanto en llegar desde la puerta de la casa a la cocina, que muchas veces se perdía en la casa tratando de averiguar a quien había saludado. Era la Familia de los Felices Fernández Facinero Fascinantes, cuatro familias de “F” en una casita en el campo. No había cama, sino Chinchorros, ellos mismos lo tejían. Era tan fácil todo porque eran muchos, todos colaboraban, menos Panchito Fernández Facinero Fascinante.
                En una mañana cuando el sol brillaba con fuerza y los insectos iban y venían con alegría porque se acercaba el periodo de polinizar, Panchito se levantó temprano, pasó por encima de su hermana número 23 y tras pisarle la cabeza a Félix Fernández Facinero Fascinante brincó en la cama de alguien que no había visto nunca. Si, esta persona era nueva entre todas, por que los Fernández eran pequeños y esta era grande, los Facinero eran narizones y esta tenía la nariz más hermosa del mundo, y por último pensó los Fascinantes eran de ojos profundo y pequeños con cejas gruesas y las pestañas que lucían en los ojos cerrados de aquella bella durmiente, eran increíblemente grandes y delgados. Sus cejas delgadas se semejaban a una hebra de una crin de caballo pardo y sus labios se veían como un pastel de fresa. La fragancia que salía de su cabello, le hacía recordar el Caribe, igual que el color de su piel.
                La señorita se volteó entre tantos pies y manos. Claro ninguno tocaba al otro, porque cada noche el abuelo había dispuesto los chinchorros para que ninguno golpeara al otro en los 4 cuartos pequeños, que se habían construido en la época de la abuela Fabiana de Fernández Facinero y Fascinante. Cada espacio dentro de cada habitación tenía una inclinación con cierta delicadeza dispuesta por el mayor de todos, quien se encargaba de guindar hamacas dobles, triples y esas llamadas multifamiliares de marca “BBB”. Cada grupo familiar tenía que saber su turno durante la noche para irse a dormir. Los Facineros se acostaban de último porque tenía unas primas con nariz grande, y sencillamente si lo hacían de primero se robaban todo el aire del cuarto, por eso las dejaban cerca de la ventana. Era una aventura todo aquello, incluyendo cuando los fascinantes iban a dormir, quienes eran los primeros ya que sus ojos pequeños no percibían bien la luz y además tenían un agregado de escándalo y brinco. La voz de estos hermanos, primos y abuelita eran retumbante, nadie podía esconderse del sonido chillón de sus vocecitas. Eran totalmente agudas y muy sociables, siempre te querían abrazar. Bueno así es mi familia.
                Yo mientras observaba aquella hermosa niña pensé, cómo hago para resaltar entre todos, con la idea de llamar la atención. Pensé en un plan. Tomaré las riendas de la cocina y le haré el desayuno, pero me detuve por un momento y dije: _ ¡NOOO!, como voy a cocinar tantos platos. En ese momento mi abuelo Francisco Fernández me escuchó en la conversación conmigo mismo y me contestó: _Pero chico, ese plan no te servirá, por que un niño tan pequeño con manos tan pequeñas no puede manipular tantas ollas a la vez. Yo lo miré con tristeza pero al instante me planificó lo que debía hacer. Fui al patio, saqué toda lo que él había cocinado y los colocamos en la mesa de 18 metros de largo que estaba al lado del huerto familiar, era toda una travesía.
                Cuando llegaron los rayos del sol a cada ventana de las habitaciones, ya se dejaba oler el cafecito, el pan tostado, y la carne recién cocida con huevos fritos y queso ahumado. Mis 87 primos iban primero, mis tíos y tías que sumaban la mitad de estos anteriores se desplazaban discutiendo los titulares de los periódicos regionales, excepto uno que nunca había aprendido a leer por que tuvo que trabajar tanto los primeros años que se sacrificó por cada familiar para traer comida a la casa, todos pudieron estudiar tranquilos. Ese señor era mi tío el Pequeño Felipe Fernández, hombre fuerte y muy callado, excelente ebanista y constructor. Él había hecho la primera casa, luego fue creciendo esta hasta hoy sábado 16 de junio, donde conocí al amor de mi vida, y que en pocos momentos ella me conocerá a mí.
                Lo cierto es que todos los restantes fueron parándose poco a poco, con chillidos y llantos muy particulares, algunos de mis sobrinos pequeños lo hacían como una sirena dañada, otros sencillamente no lloraban solo gritaban una vez y sus padres corrían a la velocidad de la luz, como decía mi primo el científico Fierro Fascinante.
                Después que todos estaban sentados en la mesa del patio con diversos puestos identificados con nombres y por tamaño, me paré y tome mi silla que era la única que quedaba libre y la tomé en mis manos. Me sudaban pero no era el calor, era la emoción de verla caminar por la grama, parecía que ella formaba parte del rosal, su cabello negro y dulces ojos apagaditos me ponían nervioso, mi tío el Caballero Real de la Fuerza del Pueblo me dijo su nombre. _Ella es una amiga de tus familiares lejanos, llamada Aida del Carmen Fonseca Infante-. Cuando él la nombró me grabe su nombre para toda la vida, claro también tenía experiencia con todos mis centenares de familiares, yo era un prodigio de la matemática y de la memoria. Bueno eso es lo que mi abuelo me había dicho siempre.
                Cuando llegó a la orilla le dije: _toma esta silla es para ti- Gracias no te hubieses molestado-diciéndomelo con voz dulce y clara. Desde ese día comimos juntos todos los días, tomando del mismo vaso y haciéndolo todo con cariño hasta hoy cuando tu lees esta historia, si tu mi lector, porque este cuento no se acabó, si no que se escribe cada vez que una persona joven lo mira y se repite en los oídos de los niños soñadores. Nunca olvides que esa chica es mi esposa y yo soy Panchito Fernández Facinero Fascinante, el niño que recordó nunca decir NO.

miércoles, 10 de abril de 2013

LA "Ñ"


Una “Ñ” Extranjera

               En el valle de las letras había llegado un señor con algo en particular, un sombrero. -Señor disculpe pero su Sombrero ondulado lo puede dejar por aquí- ¡Ah Gracias, es muy amable de su parte, pero ese sombrero no lo puedo dárselo. -¿Por qué?- Sencillo querida ! Discúlpeme usted! Mi nombre es “M” de Mayordomo. –Bueno señor mayordomo, mi nombre es “Ñ” de ñame de los ñames de mi abuela, la Ñame mayor. –Ah ¿usted no es de por aquí?- Obviamente que no soy de este lugar, mi nombre habla de la región de donde vengo. Yo provengo de un lugar muy hermoso, con mucho color, calor y olor y todo lo que termina en “or”- Perfecto, entonces tal vez usted puede ayudarnos con un problema que tenemos en el pueblo, déjeme hacerle un recorrido y le presento a algunos amigos.-Bien, pero le recuerdo que mi sombrero no me lo puedo quitar.
               Así ese día aquellas dos personas comenzaron una amistad inseparable, pero ellos no lo sabían hasta que tuvieron que enfilarse en el campo de las letras. El pueblo de la lectura era un lugar muy lejano, fue olvidado por los humanos hace ya un tiempo, contaba la “M” al visitante, al extranjero. –Observe usted que aquellas comas y puntos tuvieron que dedicarse al dibujo porque ya nadie las utiliza, forman parte del arte pero son muy mal pagadas por el pintor, él las utiliza debes en cuando y ellas se encuentran tristes-. Recorrieron los lagos de la mente donde se bañaban los recuerdos de las lecturas pasadas, estaban un poco desolado porque ningún niño o niña leía en las mañanas. –Mire usted aquellas casas de las letras, antes se veían relucientes, tan brillantes que el Sol envidiaba sus bellos techos, lo opacaba y la luna salía por las noches a ver su rostro en ellos.
               _Aquella gente ¿Qué hace?-. Le explico mi querido visitante, estas hermosas prosas y versos antes encantaban a los muchachos y señoritas como música a sus oídos, tanto que ahora forman parte de una orquesta con la música del pueblo. Vamos a conocerle.- Perfecto siga usted adelante que yo lo sigo-. Mientras se acercaba al lugar de encuentro con la “CHELERA” una señora que toca el Chelo, miraba que en el aire las nubes se movían al son de las notas que venían del edificio pintado de Verde.
               -Hola buen día hermosa señora “CHELERA”- Buenos días Señor “M” de mayordomo, que le trae por acá.-Sencillo, tenemos un extranjero que nos puede ayudar con el asunto este de la lectura.-Ajá que bien mi hermano “M”, pero que puede hacer este que la música no lo haya podido lograr.-Señora música usted solo ha podido alegrarnos, bailamos todas las tardes pero nunca hemos podido resolver que nos vuelvan a leer los niños y niñas, solo les gusta escuchar pero no leer. –Cierto tiene usted razón, vamos a escuchar que nos comenta nuestro amigo. En ese instante interrumpe el extranjero, diciendo: -La “Ñ” de los Ñames de mi abuela, soy venezolano y vengo de Sur América, del secreto del Caribe mejor guardado. El pueblo de donde vengo se conoce como Guanare, queda en un Estado llamado Portuguesa y su nombre se debe a una expedición de Juan Fernández de León. El Valle del espíritu Santo de San Juan de Guanaguanare es el primer nombre que llevaba este pueblito. Yo soy llanero, como el topocho y el calor mismo que abunda en sus calles anchas y largas. Mi madre me llamo “Ñ” por mi abuela llamada ÑAME, quien es muy conocida en todos los caseríos del Estado. La señora “N” quien es mi mamá se casó con la “T” en el río Guanare y de ese acontecimiento tan bonito salí yo, la “Ñ”, quien vivía en los ñames de mi abuela, la Ñame Mayor-.
               Cayó la tarde y todos fueron a dormir, pero la “Ñ” no pudo porque era tan solidario que se quedó despierto ideando un gran plan. Pensó que la única forma de hacer leer la gente, es que dejaran de hablar, por lo que le pidió al Alcalde del Pueblo Lectura que dictara un decreto de no hablar durante el día por motivos de contaminación sónica. También les dijo que tenían que reunirse en las noches en un lugar llamado el ABECEDARIO para conversar pero en voz baja.
               La gente hizo caso por que sabía que era por su bien para conseguir trabajo, en la lectura de los niños y niñas. Así que todo el día transcurría en silencio y se vieron forzado a escribir y a leer las órdenes que querían que los demás vieran y acataran.
               Después de una semana la gente empezó a utilizar la lectura, había muchos silencio,  y los jóvenes extrañaron la música, por lo que sus ánimos bajaron y dijeron: Busquemos que hacer. Una niña llamada “MIA” salió al paso con prisa y dijo vamos a leer para divertirnos, ya que no hay música.
               Desde ese día en el pueblo de la Lectura se hay mucho trabajo en el día por la lectura de los niños y mucha música en el ABECEDARIO por las noches. La “Ñ” se retiró se hizo amigo del Club del Abecedario que hasta hoy en día permanece junto a la “M” y sus amigos las letras.
El muchacho del ojo azul

C
uenta la historia que muchos niños y niñas guardan en su naturaleza, la vida de sus padres. Corría los años difíciles y este joven gustaba del mundo exterior. La aventura empezaba a querer ser su camino y las noches eran cortas pesando en lo mucho que podría divertirse en la mañana siguiente. Un suspiro avisaba que él soñaba con salir y experimentar. Raúl era su nombre, algunos le decían Rafaelito. En realidad en el barrio de calles empedradas, absolutamente nadie, sabía cuál era su verdadero nombre, lo cierto es que el único a quien esperaba él, en el pórtico de la puerta era al viejo Adolfo que le decía, Dios te Bendiga mi mono. De allí que la mayoría estaba confundido, los muchachos no querían pasar por mal educados al preguntarle al “mono” cuál era su nombre real, era más fácil llamarse entre ellos como, caimán, el pata e lancha, el brincao y el catire cerro prendio.
               Las madres se disgustaban cuando entre ellos se llaman de forma tan rara porque estaba fuera de la educación que se inculcaba en casa, y aún más en la escuela. Eran esos años donde los padres trabajan y las madres estaban en el hogar. Lo cierto es que cada nombre tenía una historia y ese cuento comienza así.
               El caimán se le decía al niño más activo de todos, pero su fortaleza no era sinónimo ser muy ágil, era más bien tosco. Cada actividad del grupo casi siempre no las terminaba él, por aquello que no tenía la habilidad en sus manos, no era un prodigio para atrapar pelotas y menos las que el mono pateaba. Al caimán siempre le daban la portería pero nunca paraba un balón. –Ahora que lo pienso, más bien deberíamos poner a Luisito como delantero, es tan caimán en la portería que siempre perdemos con los del Barrio Curazao-dijo el pata e lancha. Así este niño obtuvo como bautizo de grupo, el nombre de aquel fuerte reptil pero muy caimán para defender nuestra portería de tela de gallina.
               Pata e lancha era un apodo muy feo, igual que los otros, porque sencillamente demostraba lo grande que eran los pies de nuestro amigo Jesús, eran tan grandes que su madre la señora Cándida tenía que mandarle a hacer los zapatos en Colombia, en un pueblo que era por tradición hacedores de calzados, maquinistas, fuertes mujeres y hombres con creatividad que diseñaban los mejores zapatos. Los zapatos de él eran de 30 puntadas, si esa medida tan extraña que tienen los “Champ”.
               A Juan le llamábamos el “Brincao”, todo de acuerdo a una historia familiar de los Rodríguez, que dice que él, en su día de nacimiento fue brincado por un médico. Peculiarmente sucedió que en trabajo de parto de la Sra. María Rodríguez el niño inquieto salió disparado, como en una gran carrera de velocidad, el vientre de su madre parecía un cañón lanzando una bala, fue atajado por la enfermera Carmencita, rebotando en sus brazos, pero se le cayó en la cama donde estaba su mami. La señora María estaba acompañada por un médico que tuvo que saltar con tanta fuerza, que pegó su cabeza de la lámpara de la sala de parto. Así Juan, es un héroe desde pequeño y además su cabeza se volvió tan fuerte que cuando jugamos futbol, él es siempre delantero, por aquello de los Goles de Palomita. Es nuestro héroe por tener esa “Mocha” como una roca, así decía el mono en todo los juegos.
               Los domingos y casi siempre a las once cuando llegábamos del culto de oración con los hermanos Buenaño, yo buscaba la manera de silbar a “cerro prendio”, el vivía al lado de mi casa. Su casa estaba tan unida a la mía, que los perros de su solar comían en nuestro patio trasero, los mangos dulces y rojitos caían en su patio y se venían rodando hasta la puerta de la cocina de mi mamá. Era toda una facilidad llamar a Carlitos. –Fui fuiu- ¡Aaah! Cerro Prendiooo. – ¿Qué paso Mono?-¿Tienes la pelota?-le preguntaba con emoción Rafaelito. –Pos claro, esa nunca falla. – Llámate a los muchachos-. Carlitos corría hasta la esquina de su casa y elevaba un Papagayo y los muchachos a cuatro cuadras sabían que la tarde del encuentro estaba lista. Los muchachos del Barrio Curazao, nos estaban esperando.
               Cuando llegábamos a la cancha de tierra, estaban esperándonos con muchas ansias. –Hola muchachos, tenemos ya más de media hora que llegamos- Lo que pasó fue que la mamá del Mono le dijo que arreglara el cuarto antes de salir. Ese día empezó el juego con tremendo sol, tan amarillo que las hojas de los arboles verdes se veían con mayor colorido, era tanto el calor que la tierra del campo me secaba la garganta cuando el polvo acompañaba el balonazo. –Caiman dale pues-. Él sacó con tanta fuerza que la recibió el mono con el pecho, la elevó con el muslo hasta que el balón quedara frente a su rostro y luego la cabeceó pasándosela a pata e lancha, este se desplazó rápidamente por el campo, pateó esa pelota con un enganche que le hizo llegar la jugada a el Brincao, por supuesto este saltó evadiendo las dos defensas, se la pasó con un toque de técnica tipo Ronaldo a Cerro Prendio y el gol entró rasante por el tubo derecho, el gol fue impresionante. Después de pasar mucho tiempo, no supimos cuantas anotaciones tuvimos pero si sabemos que no ganamos por que el equipo de Curazao era muy grande y más rápido como el rey Pelé, pero  aprendimos algo, que el próximo año le ganaremos porque creceremos en tamaño y experiencia,  y tenemos algo que ellos  tenían, FE Y TRABAJO EN EQUIPO.
               Después de muchos años nos reunimos ya mayores y nos recordábamos de lo emocionante de esos años felices, Cerro Prendio se casó y tenía una gran familia de niñas, Caiman era piloto de aviones, Pata e lancha era Juez en un Tribunal de menores, no supimos más del Brincao. El mono llegó de último y tenía algo diferente, uno de sus ojos había cambiado, lo que supimos fue que se aventuró en algo que le correspondía a los adultos y que sencillamente por su espíritu libre se había encontrado con gente muy radical. Su ojo había sido operado pero no su fuerza, lealtad y amistad para con nosotros. Somos los mejores amigos a pesar del tiempo.

 Rjbp Abril 2013

viernes, 22 de marzo de 2013


UNA SUMA QUE NUNCA RESTA PERO SI MULTIPLICA SIN DIVIDIR…

                Una campana sonó y todos los niños salieron del salón. La música del Heladero avisaba que la hora de salida estaba a la vuelta de la esquina. El aula daba una vista sencilla del patio y de la calle. Se veía como los padres iban y venían. –Hola, me pasas el saca punta es que el mío es muy grande y mis manos muy pequeñas-dijo ella. La niña con su camisa blanca buscaba hacer amigos el primer día de clases y solo se le ocurrió pedir una herramienta útil de amistad, la excusa del sacapuntas.-Si claro, te lo empresto-Nooo- ¿Qué pasó? –Es que no se dice Empresto, esss te pres-to-.Aquella niña entendía que le había sonado algo  raro conjugar el verbo “emprestar” pero solo se sabía ese sonido de palabras, nadie la corregía en casa, todos decían: Empréstame esto, Empréstame aquello, hasta llegar a decir –Si no me lo emprestas, mi mamá no te emprestará la almohada de Miki.
                Cuando corría la hora de las 9 de la mañana, todos preparaban la salida con la pelota de aluminio, sobre todo los varones. Las niñas buscaba hablar de cosas diferentes, eran muy unidas sin embargo existían ocasiones en las que se alejaban del grupo, a causa de una niña llamada SULINDA AMARILYZ. Ella fue llamada así por la combinación de Sulma, Luis, Nilda, Amario, Ricardo y Lyzbeth, todos por supuestos sus familias, claro, nadie conocía quien es quien, por que en la boleta no aparece eso, solo las notas. Era todo un misterio para los chicos.
                En toda la calle de enfrente de la escuela había un gran Araguaney, que brotaba casi todo el año, con diferentes tono de amarillo, tanto que se sabía que cada flor pertenecía a una rama diferente, porque en cada rama esta era del color de la hermosa flor que estaba en el suelo. Cada vez que una de ellas se desprendía del árbol y se topaba con el suelo, este cambiaba y aparecía  una y bella planta. Cada vez que ella la miraba se daba cuenta que se restaban flores pero también a su vez se asombraba como se multiplicaban en el suelo, matas tan raras y diversas como los pájaros.
                Después que todos iban a la cantina se reunían en la esquina de la cerca verde metálico, unos pedían helado para bañarlo con leche condensada, era tan rico que siempre esperaba el otro día con ansias para acariciar ese dulce sabor y jugar con mis amigos.
                Antes de que sonara el timbre siempre había un niño o niña que lloraba por una mala jugada, una pelota que iba a dar en un lugar del cuerpo de mis compañeros de patio, otros porque sencillamente corrían tanto que en ocasiones siempre se atravesaba algo que nos hacia caer, sigue siendo una gran pregunta para mi ¿Por qué me sucedía así? Bueno lo cierto es que en esas de jugadas y risas, todo muy divertido, llegaba la hora de encontrarnos con la presencia de Sulinda, ella llegaba siempre contando una gran historia, pero por algún motivo salíamos peleando por un comentario extraño que ella nos daba.
                Hola, chicas. – ¡Holaaa! Sulinda. –Sabían que mi mamá me trajo en su carro nuevo.-Si Sulinda te escuchamos cuando llegaste, por que el Corneteo del carro de tu mami nos dejo casi sordos. – ¡Si exageran¡ jajaja, todos ustedes si son…-No, pues no Sulinda Amarilyz, lo que quiere decir Joseíto es que estábamos en plena entonación del Himno Nacional  y tu... En ese instante llegó la directora Dulce, era una mujer muy calmada, claro era una Directora. ¿Qué les pasa a mis Chunpilumpis? – ¡Nadaaa! señorita Dulce, le decíamos así porque nunca se casó. –Creo que hay un problema aquí, y pienso es porque ustedes no se saben esta historia del grupo mas unido del mundo. -Cuéntenos señorita Dulce-decían los niños todos a viva voz.  –Escuchemos lo que mi abuela me contó hace muchos años-
                Era una vez un grupo de amigos que solían jugar beisbol en el patio de la escuela. Un día las niñas se animaron a jugar con los varones. Muchos creían que era imposible que un grupito de 3 niñas pudiera llegar a aprender a batear como lo hacían los varones, sobre todo como Roberto. Él era un muchacho tan ágil que siempre conectaba un sencillo o un jonrón, si de esos batazos que celebra mi papi cuando está con sus compañeros. –Señorita Dulce, su papá ¿aún está vivo? – No, linda mi padre murió hace ya un tiempo por allá cuando aún los carros eran una novedad, pocos eran los que andaban por las calles de tierra.
                La señorita Dulce continuó hasta contarle un final tan hermoso que la niña de ojos negros, con pestañas grandes, con peinado tan delicado y adornos de cabello, se enamoró del relato que muy grabado quedó en su memoria. –Mami, escucha lo que sucedió-Dime linda ¿Qué te ocurre?. –Nada mami pero esta historia te va a gustar-. La madre se sentó y prestó mucha atención a las palabras de su hija. –Esta era una vez un grupo que siempre jugaban pelota en el campo de tierra, como el de la escuela, creo que algo así jajaja. Entoncesss, en el grupo siempre peleaban por una tontería tan pequeña, ¡Bueno¡ Entonceees llegó la maestra y les preguntó ¿ Por que pelean tanto? Hay que trabajar en equipo, es eso consiste el juego si. Entonceees, les dijo que ¿Qué posición juegas tu? –Primera- contestó el que bateaba- ¿Crees que eres el primero del equipo por jugar primera?- Si. Le contestó con gracia el niño riéndose.- Bueno tal vez sea así pero ese número es para sumarse con otros y no ser restado nunca-. ¿Cómo así maestra?  En ese instante las ideas de linda se fueron a las palabras de la maestra en sus recuerdos.
- Sencillo cada uno de ustedes es un número en este juego y cada vez que hay una jugada la suma debe ser tan rápida que se convierte en una multiplicación.- Aaah entiendo- Y cada vez que se necesita corregirla con otra, nunca se debe dividir el equipo, por más errores se hayan cometido siempre hay que sumar de la siguiente manera. El primera base recibe de todos, y  los demás buscan la pelota y animan al pitcher.  Si sumamos el primera, con el segunda y con el tercera nos resulta.- 6 maestra- Ajá, si le damos un número a los demás jugadores igual que estos, como el jardinero central, derecho e izquierdo, nos daría.- 6 maestra- Ok. Ahora si le sumamos los dos jugadores que faltan el Receptor y Lanzador. ¿Cuánto es la Suma? -14 Maestra- Muy Bien, entonces cada vez que veamos el error de cada uno de ellos debemos recordar, que aunque seamos diferente en un grupo todos en equipo sumamos, y en especial caso,  aceptando nuestra diferencias y nunca las utilicemos para dividir. La división siempre se encuentra cuando nos damos cuenta que cada uno de nosotros tiene una función y el triunfo le corresponde a cada uno.
La niña nunca terminó de contarle la historia a su mamá, pero su madre sabe que una lección algún día le permitirá entender, que en el trabajo en equipo está ganar el juego de béisbol.

lunes, 18 de marzo de 2013

LA VACA SAGRADA


                   ¡Atención!. Me podría explicar quien está de guardia, en esta garita.-Yo mi Sargento- Ujú,  y ¿Quién es usted? -Bueno esas es una larga historia, pero se conformaría en saber que yo le pedí prestado al soldado un momento este lugar para dormir.-Si ya veo, porque usted no es González.- El soldado es un hombre de carta cabal y con una disciplina intachable. ¡Claro!, ya no.-Señor, discúlpelo, lo que pasa, es que le contaba yo una historia al joven, y salió corriendo a defender la Democracia.
-Ajá, usted podría explicar esto en la oficina de mi Coronel Raúl. -¡Nooo!, como va a creer eso, yo no tengo por qué estar preso, ya la dictadura calló.- ¿Cómo así? Usted tiene que ser llevado ante la justicia, usted no es Militar, y además esta violentando la ley del cuartel.-Ok, pero antes déjeme contarle qué le paso a su subordinado, y luego me lleva ante su Coronel. Además, con todo el respeto que se merece por su investidura, yo le recuerdo que no tiene que sentir miedo conmigo aquí.-Perfecto, cuénteme pues

               Poniéndose de pie en las botas grandes y pantalones anchos, con la camisa un poco arrugada, el señor ya de uno 33 años se dispuso con toda la tranquilidad y detalle a contarle todo. Bueno al menos lo suficiente como para satisfacer la curiosidad del Sargento.

                -Escuche, pare la oreja. Yo soy un funcionario también retirado. Me retiré por una sencilla enfermedad.-Ajá, pero ¿Cuál es esa enfermedad tan grave?- Pero déjeme contarle. Yo soy veterinario, trabajé muchos años en el campo, me trajeron para arreglar una situación bien fuerte, pero al parecer no resultó como yo pensaba. Un día amanecí en mi pueblo con poco dinero y decidí venirme a la  capital por un recorte de periódico que ofrecía, buen sueldo y en Miraflores.

              Con mirada un poco sospechosa y sin entender mucho el Sargento le preguntó.-¿Cuál era sus funciones en este cargo?.-Le explico buen hombre, ya que me ha escuchado con detenimiento y sin chistar muchas cosas. -Por mi poca imaginación o mucha, creí que solicitaban un Veterinario.-Ajá pero no me dijo que el recorte decía Veterinario.-No exactamente, permítame un papel y présteme este lápiz que tiene en su camisa. El pedazo de papel del Diario El amanecer, decía:

“Se solicita especialista con gran experiencia para manejar la vaca sagrada, bien cargada 10 Bs. el cuarto de hora con salida el jueves, esquina de Miraflores, antigua residencia la Trilla”
Matutino El Amanecer
Miércoles 22 de Enero de 1958.

               Después de leer el Sargento. Pasaron 10 minutos explicando la famosa enfermedad que  le había sacado del negocio de los animales al señor, en su amado llano de Portuguesa, por allá en el pueblo de San Nicolás. -Ve usted, de mis razones-¡Ah! está bien, ahora le entiendo. Pero explíqueme ¿Cuál fue su confusión?-No lo ve mi Sargento, le puedo decir así.-Prosiga ciudadano, prosiga. Le contesto el Militar con voz fuerte. El señor se recostó al muro y mirando al horizonte, le comentó.-¿Usted observa en el cielo aquel Avión?- Si, claro. Y que tiene que ver con esta conversa.-Sencillo, sencillo. 
                  El día que yo llegué a esa Madre Casa, nunca se me ocurrió que lo que solicitaban era un mecánico, que hiciera de la veces de piloto. Una señora llamada Flor me contrató para el trabajo y me dio más dinero por adelantado, 50 Bs. Y me dijo: -Señor, es de vida o muerte. Claro al ponérmelo así, yo le dije: -Señora, los llaneros somos del tamaño del compromiso. Y salí corriendo hasta la zona donde me informaron. Había ese día mucho revuelo y gente que iba y venía con preocupación. Cuando llegué al lugar me quedé perplejo. El animal que buscaba no tenía la característica que yo estaba acostumbrado. Era muy grande, de cuatro motores, con siglas DC 54 Skymaster. En ese momento el Militar reflexionó a la velocidad de la luz y salió corriendo. El Veterinario vio como  este hombre bajaba la escalera con un afán de tal forma que le dijo: -¡Señor cuidado! Son las 2 de la mañana, ese avión lleva rumbo “Santa Domingo”, y tenga por seguro que el General Marcos Pérez Jiménez le hecho tanto pasto, que el tanque de gasolina pesa más que todos los corotos que se llevó.

               -Sinceramente chico, la peor enfermedad es la ignorancia, por eso es que mi mamá me lo recordaba, niño Fernando, lea y comprenda, aprenda a poner la coma-.

En la madrugada del  23 de Enero de 1958 el Militar  Marcos Pérez Jiménez se fugó de Venezuela por una revuelta que comenzó en los corazones de todos los hombres y mujeres libres, que amaban la Democracia.