viernes, 22 de marzo de 2013


UNA SUMA QUE NUNCA RESTA PERO SI MULTIPLICA SIN DIVIDIR…

                Una campana sonó y todos los niños salieron del salón. La música del Heladero avisaba que la hora de salida estaba a la vuelta de la esquina. El aula daba una vista sencilla del patio y de la calle. Se veía como los padres iban y venían. –Hola, me pasas el saca punta es que el mío es muy grande y mis manos muy pequeñas-dijo ella. La niña con su camisa blanca buscaba hacer amigos el primer día de clases y solo se le ocurrió pedir una herramienta útil de amistad, la excusa del sacapuntas.-Si claro, te lo empresto-Nooo- ¿Qué pasó? –Es que no se dice Empresto, esss te pres-to-.Aquella niña entendía que le había sonado algo  raro conjugar el verbo “emprestar” pero solo se sabía ese sonido de palabras, nadie la corregía en casa, todos decían: Empréstame esto, Empréstame aquello, hasta llegar a decir –Si no me lo emprestas, mi mamá no te emprestará la almohada de Miki.
                Cuando corría la hora de las 9 de la mañana, todos preparaban la salida con la pelota de aluminio, sobre todo los varones. Las niñas buscaba hablar de cosas diferentes, eran muy unidas sin embargo existían ocasiones en las que se alejaban del grupo, a causa de una niña llamada SULINDA AMARILYZ. Ella fue llamada así por la combinación de Sulma, Luis, Nilda, Amario, Ricardo y Lyzbeth, todos por supuestos sus familias, claro, nadie conocía quien es quien, por que en la boleta no aparece eso, solo las notas. Era todo un misterio para los chicos.
                En toda la calle de enfrente de la escuela había un gran Araguaney, que brotaba casi todo el año, con diferentes tono de amarillo, tanto que se sabía que cada flor pertenecía a una rama diferente, porque en cada rama esta era del color de la hermosa flor que estaba en el suelo. Cada vez que una de ellas se desprendía del árbol y se topaba con el suelo, este cambiaba y aparecía  una y bella planta. Cada vez que ella la miraba se daba cuenta que se restaban flores pero también a su vez se asombraba como se multiplicaban en el suelo, matas tan raras y diversas como los pájaros.
                Después que todos iban a la cantina se reunían en la esquina de la cerca verde metálico, unos pedían helado para bañarlo con leche condensada, era tan rico que siempre esperaba el otro día con ansias para acariciar ese dulce sabor y jugar con mis amigos.
                Antes de que sonara el timbre siempre había un niño o niña que lloraba por una mala jugada, una pelota que iba a dar en un lugar del cuerpo de mis compañeros de patio, otros porque sencillamente corrían tanto que en ocasiones siempre se atravesaba algo que nos hacia caer, sigue siendo una gran pregunta para mi ¿Por qué me sucedía así? Bueno lo cierto es que en esas de jugadas y risas, todo muy divertido, llegaba la hora de encontrarnos con la presencia de Sulinda, ella llegaba siempre contando una gran historia, pero por algún motivo salíamos peleando por un comentario extraño que ella nos daba.
                Hola, chicas. – ¡Holaaa! Sulinda. –Sabían que mi mamá me trajo en su carro nuevo.-Si Sulinda te escuchamos cuando llegaste, por que el Corneteo del carro de tu mami nos dejo casi sordos. – ¡Si exageran¡ jajaja, todos ustedes si son…-No, pues no Sulinda Amarilyz, lo que quiere decir Joseíto es que estábamos en plena entonación del Himno Nacional  y tu... En ese instante llegó la directora Dulce, era una mujer muy calmada, claro era una Directora. ¿Qué les pasa a mis Chunpilumpis? – ¡Nadaaa! señorita Dulce, le decíamos así porque nunca se casó. –Creo que hay un problema aquí, y pienso es porque ustedes no se saben esta historia del grupo mas unido del mundo. -Cuéntenos señorita Dulce-decían los niños todos a viva voz.  –Escuchemos lo que mi abuela me contó hace muchos años-
                Era una vez un grupo de amigos que solían jugar beisbol en el patio de la escuela. Un día las niñas se animaron a jugar con los varones. Muchos creían que era imposible que un grupito de 3 niñas pudiera llegar a aprender a batear como lo hacían los varones, sobre todo como Roberto. Él era un muchacho tan ágil que siempre conectaba un sencillo o un jonrón, si de esos batazos que celebra mi papi cuando está con sus compañeros. –Señorita Dulce, su papá ¿aún está vivo? – No, linda mi padre murió hace ya un tiempo por allá cuando aún los carros eran una novedad, pocos eran los que andaban por las calles de tierra.
                La señorita Dulce continuó hasta contarle un final tan hermoso que la niña de ojos negros, con pestañas grandes, con peinado tan delicado y adornos de cabello, se enamoró del relato que muy grabado quedó en su memoria. –Mami, escucha lo que sucedió-Dime linda ¿Qué te ocurre?. –Nada mami pero esta historia te va a gustar-. La madre se sentó y prestó mucha atención a las palabras de su hija. –Esta era una vez un grupo que siempre jugaban pelota en el campo de tierra, como el de la escuela, creo que algo así jajaja. Entoncesss, en el grupo siempre peleaban por una tontería tan pequeña, ¡Bueno¡ Entonceees llegó la maestra y les preguntó ¿ Por que pelean tanto? Hay que trabajar en equipo, es eso consiste el juego si. Entonceees, les dijo que ¿Qué posición juegas tu? –Primera- contestó el que bateaba- ¿Crees que eres el primero del equipo por jugar primera?- Si. Le contestó con gracia el niño riéndose.- Bueno tal vez sea así pero ese número es para sumarse con otros y no ser restado nunca-. ¿Cómo así maestra?  En ese instante las ideas de linda se fueron a las palabras de la maestra en sus recuerdos.
- Sencillo cada uno de ustedes es un número en este juego y cada vez que hay una jugada la suma debe ser tan rápida que se convierte en una multiplicación.- Aaah entiendo- Y cada vez que se necesita corregirla con otra, nunca se debe dividir el equipo, por más errores se hayan cometido siempre hay que sumar de la siguiente manera. El primera base recibe de todos, y  los demás buscan la pelota y animan al pitcher.  Si sumamos el primera, con el segunda y con el tercera nos resulta.- 6 maestra- Ajá, si le damos un número a los demás jugadores igual que estos, como el jardinero central, derecho e izquierdo, nos daría.- 6 maestra- Ok. Ahora si le sumamos los dos jugadores que faltan el Receptor y Lanzador. ¿Cuánto es la Suma? -14 Maestra- Muy Bien, entonces cada vez que veamos el error de cada uno de ellos debemos recordar, que aunque seamos diferente en un grupo todos en equipo sumamos, y en especial caso,  aceptando nuestra diferencias y nunca las utilicemos para dividir. La división siempre se encuentra cuando nos damos cuenta que cada uno de nosotros tiene una función y el triunfo le corresponde a cada uno.
La niña nunca terminó de contarle la historia a su mamá, pero su madre sabe que una lección algún día le permitirá entender, que en el trabajo en equipo está ganar el juego de béisbol.

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