“RASCAÑUELOS”
Después
de disfrutar el día en la playa Álitor, se dispuso a comer una merienda
especial. Consistía está en pequeños trozos de galletas inmersa en una malteada
de chocolate y pequeños trozos de hielo, al final de licuar toda la mezcla bañaba
con pequeños pedacitos de chocolate de arroz tostado, polvoreaba con un poco de
canela y de último la olía con profunda inspiración para saboréala antes de
llevarla a su boca. El ritual de todas las tardes le llamaba “Rascañuelos”
porque después de tomarla comenzaba a picar su cuerpo de tal forma que lo hacía
en la pared, en las orillas de estas. Procuraba rascarse con el peine de papá y
el gran cepillo redondo de mamá. Nada podía calmarlo, pero igual tenía su
ventaja aquella comezón, haberse disfrutado la bebida más sabrosa del mundo.
Álitor
era un niño que tenía muchos amigos, pero en cuestiones culinarias no compartía
el “Rascañuelos”, se fugaba siempre a
mitad de entrenamiento y casi lo botan del equipo de béisbol porque no
asiste completamente al horario. Un día se jugaban la final, el jugaba el jardín
derecho porque siempre decía: -Nadie batea por aquí, y si lo hicieran Julito me
ayuda, porque sabe que no corro mucho- El también pensaba que como en el pueblo
no había personas que batearan a la derecha le vendría muy bien jugar esa
posición. Siempre lo iban a ver sus amigas Reina María y Mía Alegrina dos
chicas hermosas que le hacían coro desde las tribunas de la primera base. Ellas
le habían aconsejado que si no soportaba la tentación de tomar el “RASCAÑUELOS”
no le darían una sorpresa muy gratificante, ellas se la preparaban con cariño,
esta incluía comida y un paseo al parque
de diversiones. Álitor era muy bueno bateando ya que el chocolate le daba
fuerza. Tenía un buen ojo para las pelotas rápidas y altas. El lanzador de ese
día era el niño de 6to grado Juan Alfonzo de la Coronilla, niño muy alto pero
un poco lento. Los lanzamientos iban y venia igual que las entradas con cada 3
ponches, pero cuando llegaba él todo se sentía un poco tenso, el otro equipo
sabía que la habilidad del cuarto bate de los “Quesos Rayados” no era solamente
fama, era una realidad que asustaba. El Equipo de los “Pancito con Mantequilla”
tenia fe en Juan y este a su vez en Dios, porque cada vez que venía Álitor
oraba y pedía mucho con plegarias a
millón, decía: Diosito si tú me ayudas yo te prometo que no le escondo más la
plancha a la abuela en el jardín, me como todo las caraotas que mi mamá me da,
me baño todo en la semana y también los domingos. Allí Juan duraba un minuto,
era su concentración, luego lanzaba con tanta fuerza que el viento se apartaba,
un silbido se venía con la pelota y el “Tac” del bate sonaba avisando que era
un gran golpe. Todos miraban hacia arriba buscando la blanca pelota, se perdía
con la luz del sol y muchos en silencio esperaban que saliera por la barda
central y en el justo momento que se veía caer ese magnífico batazo, la gente
brincaba de alegría, silbaban, alzaban las manos y lanzaban los refrescos de
tamarindo morado con entusiasmo.
Luego
de ese gran partido los amigos de Juan se preguntaron: ¿Cuándo harás 3 strikes a
Álitor, Juan? Contestó con malicia Serpentina de las Fuentes Toposo. –Yo sé
cómo. Ustedes déjenmelo a mí y yo sabré ponerle una tentación que no lo dejará batear ni atrapar-
Mía
y Reina escucharon a la niña intrigante y salieron con aprisa para avisar a su
mejor amigo, que una trampa se estaba creando. Llegaron a casa de la Señora
Magdalena y Álitor estaba en su ritual de todas las tardes. Se disfrutaba de
aquella bebida y mientras las chicas le explicaban, él estaba en un lugar muy
lejano de allí. Su bebida no solo le daba fuerza si no que también lo hacía
imaginarse muchas cosas buenas, por eso
siempre contento estaba. Al culminar las visitantes la charla de prevención,
Álitor movió su cabeza con lentitud de
arriba hacia abajo de manera repetida, con una mueca en su boca, dándole una sensación
a sus amigas que les había escuchado. Su madre que escuchaba sabía que no lo
había hecho, por lo tanto ella creó un plan sencillo y muy secreto, tanto que
ni sus mismos pensamientos podían visualizarlo, ni escucharlo, ni sentirlo.
Solo su imaginación y ella, lo sabían. Era tan secreta esa idea que ni MAMUCHIS
la perra preferida de la casa lo conocía.
Llegado
el día del nuevo encuentro, las familias se reunían alrededor del entrenador
mientras este daba las indicaciones para animar a sus hijos, les dijo el Señor
Salvador:-Escuchen estimados padres y madres, hoy es el mejor día para que sus
hijos muestren todas sus cualidades. Serán observados por entrenadores de otros
equipos de mayor nivel. La unión de las familias es el mejor camino para que
sus hijos se conviertan en los futuros Campeones de Venezuela-. Finalizado
aquel pequeño discurso todos los adultos buscaron la manera de comunicarles con
amabilidad lo que esperaban de ellos en el campo de béisbol.
Escuchada
la voz de comienzo, el árbitro principal pasa la pelota a los “Buitres
Calvos” con su lanzador estrella. Los “Pollos
Picosos” venían al bate. Enseguida se aparecieron los chamos con Juan y la
malvada de Serpentina. Se dieron cuenta que estaban en un partido equivocado y
siguieron en la búsqueda del encuentro entre los “Quesos Rayado” y el equipo
proveniente del pueblo de las Matas, los “Toros Sentados”. Serpentina se logró
colar entre el público y se ubicó entre Primera Base y la caja de Bateo, así le
decían al lugar donde cada pelotero golpeaba la blanca y redonda pelota. Después
de la segunda entrada viene a tomar su turno Álitor. La niña con intenciones no
muy buenas, saca un termo transparente y se sirve un trago. En un primer
momento el olor llega a los bellos de la nariz del bateador, le crea la primera
sensación pero pensó: Nadie puede sabe la receta de la Rascañuelos. Realizan el
primer lanzamiento y es un Strike. Luego Serpentina hace un sorbete ruidoso y
anuncia con un ¡ahhh¡ lo sabroso que era la bebida. El niño escucha y sigue
oliendo. Lanzan nuevamente y es el segundo Strike. La mamá que estaba en el
público le muestra una taza y le grita: -Si la bateas te doy un sorbito- y en
ese momento que venía la pelota Álitor la choca con fuerza y es un sencillo que
vuela por encima de la primera base llegando hasta el jardinero derecho.
Serpentina furiosa se paró de la butaca y se fue al lugar de los “Toros
sentados” y le dijo la estrategia al entrenador que también quería ganar
costara lo que costara. Tomó el vaso y cambio de puesto con el entrenador de
primera el Señor Delgado. Álitor al aproximarse este nuevo entrenador se dio
cuenta que traía la Rascañuelos. Desconcentrado casi lo toman por sorpresa
fuera de base. Luego el otro lanzamiento es bateado por Julito, el quinto bate y
la bola sale disparada con gran velocidad por segunda base, Álitor toma la taza
del entrenado antes de salir corriendo y en el camino la pelota hace un mal
viro y choca con el pocillo, derrama la Rascañuelos en la cara de Álitor y este
se lanza en segunda casi ciego. La gente se quedó extrañada con esa acción del
niño. Lo cierto es que continuaron el partido y todos murmuraban de la gran
hazaña del cuarto bate.
Después
de ese episodio Álitor se detuvo a pensar: -¿Cómo llegó la Rascañuelos a
primera base? Y se contestó: -Es que ya me robaron la receta o mi mamá por ser
tan generosa le regaló la forma de prepararla a las vecinas de la cuadra-.
El chocolate se secó en su nariz y labios,
luego de un rato empezó a sentir algo raro. Cada vez que se le acercaba alguien
le daba cosquilla en estas partes y reía. Pero cuando él se tocaba no pasaba
nada, y se preguntó: -¿Por qué cuando me toco no me da risa? Y ¿Por qué si?
cuando otros lo hacen. Lo cierto es que el partido siguió hasta el triunfo de
los “Quesos Rayados”. Volvieron a ganar la
temporada de verano y Álitor nuevamente quedó como el héroe del equipo y
de sus amigas Mía y Reina. Mamá no pudo ayudarlo completamente. Los planes de
Serpentina se dieron pero no logró los objetivos de hacer perder a los “Quesos
Rayados” contra los “Toros Sentados” y de igual manera el entrenador de este
equipo el Señor Delgado, que por cierto no era muy flaco que se diga, era tan
comelón que siempre de desayuno se comía lo que su esposa le preparaba para el
almuerzo.
Por
último en casa Álitor creció con su Rascañuelos, quedando dos preguntas en el
aire para él toda la vida, hasta hoy que cumple 16 años y va a la universidad.
¿Por
qué cuando yo me toco no me da cosquillas? Y cuando mi mamá si lo hace me da mucha risa, Será ¿Qué ella tiene la
Rascañuelos en sus manos?
No
encontró respuestas este día y aún sigue preparando su bebida preferida. De
esta manera nace el gran misterio de RASCAÑUELOS, la bebida mágica que hace que
te rías y cumplas tus sueños.
No
olvide preparar la tuya…Recuerda cada vez que la prepares ráscate y sabrás que tú
mismo no puedes hacerte cosquillas jajaja.
Rafael “El yafy” Blanco
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